Algunas enfermedades intestinales vienen acompañadas de manifestaciones cutáneas y, de hecho, la microbiota intestinal tiene una participación importantísima en la fisiopatología de estas enfermedades.
La microbiota intestinal es el conjunto de bacterias, virus, hongos y protozoos que están presentes en nuestro intestino. Contiene 10 veces más células que nuestro organismo. Además de 150 veces más material genético que nuestros genes.
Nuestra piel es el espejo de nuestro intestino. La piel está en constante cambio y es un reflejo claro de nuestra salud en general.
A menudo, problemas de piel como el acné, el eccema o la psoriasis pueden estar relacionados con un desequilibrio intestinal, una inflamación del mismo o el síndrome del intestino irritable. Cuando las bacterias en el microbioma intestinal se desequilibran, causan inflamación, lo que causa daños en el intestino y lo convierte en permeable, es decir, crea una disbiosis intestinal que tan común es hoy en día. El estrés, las comidas procesadas, ingerir altas cantidades de azúcares, el alcohol y el abuso de medicamentos y antibióticos son factores comunes que disminuyen nuestras bacterias buenas y contribuyen a la disbiosis intestinal.
Con un intestino permeable, partículas de comida, toxinas y patógenos pueden pasar a nuestro flujo sanguíneo y viajar por todo el cuerpo. El sistema inmunológico detecta estas sustancias como invasoras y activa una respuesta en forma de inflamación. Esta inflamación puede manifestarse en la piel, especialmente en personas que sean propensas a este tipo de complicaciones en la piel.
Además, las bacterias buenas de nuestro intestino tienen un papel fundamental al procesar y absorber nutrientes y energía a nuestro metabolismo. Cuando la microbiota intestinal tiene un desequilibrio, y las bacterias clave están dañadas, la absorción de nutrientes se ve afectada negativamente. Los nutrientes esenciales podrían no sintetizarse y no se absorberían adecuadamente, por lo que no pasarían al flujo sanguíneo como deberían, esto afectaría directamente a la energía de nuestro cuerpo, la función del sistema inmunitario y la salud de nuestra piel.
Un probiótico de alta calidad puede apoyar las bacterias de nuestro intestino, reduciendo significativamente cualquiera de estos problemas de la piel que pueden darse debido a una disbiosis. Por supuesto, debemos complementar esto con un estilo de vida saludable, ejercicio y una dieta equilibrada.